Como manda la tradición -que
quiero que dure muchos años- y la buena costumbre... en la tarde del 2 de febrero,
Nuestra Señora de la Calle se llenó de un tropel de carritos de niño pequeño.
Para pasar a las criaturas por el manto de «nuestra gloriosa Señora», como
llamaba Santa Teresa de Jesús a la Virgen María. Para pedir protección para los
pequeños y sus familias. Y muchos... para hacer con los hijos, lo que en su día
hicieron con ellos.
Dice nuestro Obispo que esta
“presentación de los niños en el Templo”, en la Fiesta litúrgica de la
Presentación del Señor en el Templo... es uno de los actos «más simpáticos
y enternecedores» de la fiesta de la patrona de Palencia. Y yo estoy
absolutamente de acuerdo con mi Obispo.
Un tropel de padres, madres y
abuelos... para pasar bajo el manto de la Virgen María a los más pequeños «como
signo sensible de la protección divina». Y dijo también, D. Esteban que «no se
trata solamente de confiar a la Virgen María nuestros hijos, pues tenemos que
ser también nosotros guardianes suyos» y que «la madre tiene que ser el centro
del hogar con su ternura»... y que «el padre no debe cejar de sus funciones, no
puede abandonar los niños al cuidado de la madre»... y que «los abuelos muchas
veces tienen que hacer, supliendo la labor de los padres, de catequistas, de
enseñar a los niños los fundamentos de vida y las primeras oraciones».
Madres... que -como dice el Papa
Francisco- son las que transmiten la fe. Pues «una cosa es transmitir la fe y
otra es enseñar las cosas de la fe». Y son las mujeres las que principalmente
transmiten la fe. Porque «aquella que nos ha dado a Jesús es una mujer. Es el
camino elegido por Jesús. Él ha querido tener una madre: el don de la fe pasa
por las mujeres, como Jesús por María».
Padres... que deben saber
transmitir también «la cercanía, la dulzura y la firmeza». Un padre presente,
no ausente en la familia... «que sea cercano con la mujer, para compartir todo,
alegría y dolores, fatigas y esperanzas, y que sea cercano a los hijos durante
su crecimiento: cuando juegan y cuando se empeñan en algo, cuando están
despreocupados y cuando están angustiados, cuando se expresa y cuando están
taciturnos, cuando son atrevidos y cuando tienen miedo, cuando dan un paso
equivocado y cuando reencuentran el camino».
Padres y madres “presentes” que
no “controladores”... pues «los padres demasiado controladores anulan a los hijos,
no les dejan crecer». Padres y madres pacientes... pues «muchas veces no hay
que hacer nada más que esperar, rezar y esperar con paciencia, dulzura,
magnanimidad, misericordia». Padres y madres que saben «atender y perdonar,
desde lo profundo del corazón» ... pues corregir no es de ser padres débiles ya
que «el padre sabe corregir sin desanimar y al igual sabe proteger sin
descanso».
La familia. Fuente de toda
fraternidad. Fundamento y camino primordial para la paz. Lugar privilegiado
para transmitir la fe. Hogar. Calor. Amor.
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