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Son molinos

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Va a ser cierto lo que dice el Papa

30 de julio de 2013

Hace años un buen amigo -al que aprecio y él lo sabe- me llamó SOFISTA. Y se me quedó grabado. Él, como Platón, decía que mi discurso era “embaucador, lleno de formalismos y trampas dialécticas”. Por lo visto, un servidor dominando las palabras podía ser capaz de persuadir a otros, y “convertir en sólidos y fuertes los argumentos más débiles”, como decía Protágoras, a través de “razonamientos engañosos”. Así que me voy a poner “sofista”.

Todos tenemos recientes las imágenes de mozos corneados por los toros en los recientes Sanfermines... no hace falta ilustrar esto con fotos desagradables. Y al hilo de estos sucesos... se han multiplicado reacciones que se podrían resumir en, más o menos, lo siguiente: “Era libre. Nadie le mandó meterse ahí. Era consciente de los riesgos... Con lo cual, no me da mucha lástima”.

Este modo de pensamiento se está convirtiendo en muy habitual. Y, abre senderos que me parecen peligrosos. Poniéndonos sofistas y llevando esta lógica al extremo y extrapolando... podríamos aplicarla en múltiples ocasiones. Por ejemplo:

- Un buen señor, en una operación a corazón abierto, se queda en la mesa de un quirófano. No merece nuestra lástima. Conocía los riesgos y firmó un consentimiento.

- Una patera que se hunde. Un par de senegaleses se ahogan en el Mediterráneo. No merecen nuestra lástima. Sabían que era peligroso y podían haberse quedado en su casa.

- Una muchacha de 17 años está de botellón. Bebe mucho. Luego coge un coche y tiene un accidente. Ahora está en el Centro de Parapléjicos de Toledo. No merece lástima. Fue muy imprudente y todo lo hizo porque le dio la gana.

- Un jubilado pierde su dinero porque lo metió en las “preferentes”. No merece lástima. Firmó con su puño y letra. Debería haberse informado mejor. Nadie da duros a cuatro pesetas.

- Un país no está de acuerdo con las decisiones que toma un gobierno... que además no estaban en su programa electoral. Ese país entero no merece lástima. Sus ciudadanos votaron -por mayoría absoluta y libremente...- a ese gobierno.

Ya sé que no son cosas comparables. Ya lo sé. Y estoy sacando las cosas de contexto. Ya lo sé. Pero me da en la nariz... que va a ser verdad lo que ha dicho hace poco el Papa Francisco: “La globalización de la indiferencia, nos ha quitado la capacidad de llorar”.

No me gusta este modo de pensamiento. Tengo decretado no separarme de lo que dijo Terencio en el 165 a.C.: “Hombre soy; nada humano me es ajeno”. Ni de lo que apuntilló Unamuno: “Soy hombre, a ningún otro hombre estimo extraño”.

Botellón

12 de julio de 2013



Recientemente hemos sabido que el Ayuntamiento de Palencia está enviando cartas a los padres del menor que sea sorprendido consumiendo alcohol en la vía pública... anunciándoles que si reincide podrá ser multado con hasta 300 €. Asimismo, el Ayuntamiento cifra los costes que se derivan del botellón en unos 50.000 € al año a las arcas municipales, y afirma recoger hasta 1.500 kg. de residuos cada día del fin de semana.

El asunto del botellón es un reto para una sociedad adulta que censura el consumo de alcohol por parte de los menores... y que, sin embargo, no consigue cambiar estos hábitos. Es un reto para una sociedad que cree que a la juventud se le puede adormecer. Es un reto para un sistema educativo que fracasa estrepitosamente y que tiene serias dificultades en proporcionar valores que perduren. Es un reto para familias e instituciones. Pero también un reto para unos jóvenes, que no consiguen que sus deseos de vivir, sus ganas de hacer cosas y sus sueños de ser felices... consigan abrirse camino en un mundo adulto.

Tiene el botellón mucho de conquista de calle por los jóvenes, mucho de charla y amistad, mucho de alegría y expresión sincera... y tiene -también- alcohol y desmadre.

Creo que es necesaria una juventud que incomode a los adultos, porque esto forma parte de la vida y porque es bueno que los jóvenes estén activos y provoquen a su entorno... Partiendo de esto... si alguien cree que la presencia policial va a ser disuasoria se confunde: lo único que conseguirá es llevar el botellón a otro sitio.

El botellón es una expresión de presencia de los jóvenes de nuestros días, que será/es criticable, pero no debemos menospreciar, porque tiene una profunda lectura que nos habla de los deseos, sentimientos e insatisfacciones de los jóvenes de hoy. Puede haber detrás del botellón una llamada provocadora... a los padres y madres, a las instituciones, al sistema educativo, al modelo de ocio, a la Iglesia... Puede haber detrás deseos de participar, deseos de ser tenidos en cuenta, deseos de otras formas y maneras.

Dijo Juan Pablo II que los jóvenes son “Centinelas de la mañana”. Los que hacen botellón también. Y tengo claro que según sean “los centinelas” será “la mañana”. Ni más ni menos. Los adultos -sobre todo- debemos querer a los jóvenes, esforzarnos en comprenderles y después... exigirles.
 

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