«Ten cuidado con las armas... que las carga el Diablo» oía yo cuando era
pequeño. Y bien clarito que me quedó. Las escopetas son artefactos a
los que nunca hemos sentido mucho aprecio en mi casa. No parece suceder
lo mismo en otras Casas.
Las desgracias no suelen venir solas... y tienen la fea costumbre de acompañarse las unas a las otras. Si un día nos desayunábamos con que un niño de 13 años se había pegado un tiro en un pie... a los pocos días almorzamos sabiendo que su abuelo (ya de edad avanzada) se había roto la cadera cazando elefantes en un sitio que me cuesta localizar en el mapa. Deberíamos andarnos con cuidado. Que las armas son peligrosas. Que hacen daño... y las carga el Diablo.