Aunque no lo tengamos siempre en nuestra cabeza... una de las realidades
que marca nuestro devenir diario es el Mercado de Valores. Las empresas
y sociedades, los bancos, los Estados... divididos en cachitos se
venden a diario. Ponen su valor en el mercado y, unos días valen
mucho... y otros días, nada. Y esto influye en nuestra hipoteca, en el
pan, en la gasolina, en los impuestos... prácticamente en todo.
Hay valores que cotizan alto... y otros que están en franco retroceso. Lo cual no quiere decir que los primeros sean estimables y beneficiosos... y los segundos perniciosos. Porque un valor también es la «cualidad que poseen algunas realidades, consideradas bienes, por lo cual son estimables».
En este mundo nuestro cotizan al alza la FAMA, el ÉXITO, el PODER, la RIQUEZA... Y no está necesariamente mal visto que se usen unos medios u otros para conseguir lo buscado. Poco a poco se van perdiendo los valores básicos para la convivencia... y, si vemos que los que deben velar por los demás, se implican en “corruptelas” crece la DESCONFIANZA.