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Son molinos

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Nuestra Señora de Rocamador

26 de junio de 2015

Sé que aman y viven la Justicia

20 de junio de 2015






El pasado 11 de julio, en la capilla del Colegio de la Divina Providencia, pasamos un ratillo fantástico en la entrega de premios del concurso que Cáritas Diocesana, en colaboración con la Delegación Diocesana de Enseñanza, convoca entre los escolares palentinos... en torno al lema de campaña del Corpus Christi y del Día de la Caridad. La cosa consiste en hacer un dibujo, un collage, un cuento, un powerpoint o un vídeo en torno al lema: “¿Qué haces con tu hermano? Ama y vive la Justicia”.

De entrada, felicidades y gracias a todos los pequeños que han participado... y a sus profesores, colegios y familias por ser sensibles a estos temas. Y felicidades y gracias a los que resultaron ganadores. A David Pastor, a Raúl Daza, a Saúl Estrada, a Lucía Polanco, a Darío Vítores, a Diego Vela, a Jesús Mª Ochoa, y a Noelia Antolín, Laura Antolín y Lorena Romero.

Pequeños capaces de compartir con otros bajo un paraguas; de recrear la Luna de Cáritas; de renovar -quizás sin saberlo- la escena del Buen Samaritano; de simbolizar un abrazo; de llevarnos al pueblo solidario de “Bizcochito” o a al aula donde se descubría “la justa verdad”; de analizar las causas de la pobreza; o de alertar sobre las otras pobrezas.

Os dejo una frase, del vídeo de José Mª.: “Pero... ¿qué pasa con las personas normales que no tienen con quién hablar y ni tienen a quién les dé consuelo? No hay objetos ni dinero que se les pueda dar para aliviar su sufrimiento. No les puedes comprar un amigo... o una máquina de escuchar. Solo puedes estar a su lado y aliviar su sufrimiento”.

Lo he dicho muchas veces. Deberíamos escuchar más a los niños. No tienen el corazón tan endurecido como nosotros, los mayores, comprenden y entienden más de lo que imaginamos, tienen ideas. Y muchas veces solo necesitan una oportunidad... que les escuchemos.

Benditas las ocasiones en las que los pequeños... nos dan lecciones.





Un nuevo tiempo político en España

12 de junio de 2015



Tengo que confesar que tenía la idea... pero me costaba un triunfo expresarla. Lo que quería contaros Ricardo Benjumea, en Alfa y Omega, lo hace con claridad:

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Ha empezado un nuevo tiempo político en España. El gran acuerdo social que se fraguó en la Transición se descompone a marchas forzadas y es hora de renovarlo. Entre todos. Entra aire fresco, llegan nuevos actores al juego político, la renovación irá seguramente también penetrando -lo iremos viendo- en los viejos partidos. Jóvenes y otros colectivos que hasta ahora no se sentían representados van a aportar un valioso caudal de ilusión al sistema. Éste es el cambio de fondo más positivo que señalan las elecciones del pasado domingo. Pero la ilusión no hará desaparecer por sí sola los problemas. Y los retos son enormes. Ánimo y suerte a los intrépidos. Y por favor, un poco de humildad y cautela... Ni todo lo viejo es malo, ni por ser de izquierdas son menos peligrosos los sectarismos maniqueos.

Entre el laicado católico, se aprecia tanta ilusión como desconcierto. Y cierto miedo. Compartimos ampliamente los ideales de justicia social y regeneración democrática que abanderan los nuevos liderazgos, que sin embargo a veces nos señalan como obstáculo para el cambio. Se miran con suspicacia los conciertos con la Santa Sede, la asignatura de Religión en la escuela pública... Ni hablar ya del derecho a la vida o la defensa de la familia, valores que, si ningún partido ha defendido seriamente del 78 en adelante, menos todavía habrá que contar con que lo haga nadie en el nuevo escenario. Hará falta una nueva pedagogía: hacer más visible que ésta no es una lucha contra nadie, sino en defensa de los fundamentos de una sociedad auténticamente fraterna.

Es momento de sumar donde se pueda, con la máxima generosidad, para ayudar a hacer realidad el sueño de una España más justa y decente. Sumar, sin miedo a contaminarse, pero sin delegar más de la cuenta. No estaría de más, en ese sentido, fijarse un poco en esos jóvenes que, hace 4 años, gritaban en la Puerta del Sol de Madrid: «No nos representan», y se pusieron manos a la obra para representarse ellos mismos, convencidos de que «sí se puede». Echarse en los brazos de abogados mercenarios en pleitos que sólo se ganan con mucha fe y enormes dosis de coraje, a la larga, sólo complica las cosas.

 

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